El pasado 3 de mayo, para sorprender a todos, Urtasun anunció la retirada del Premio Nacional de Tauromaquia. Está claro que al ministro no le gustan los toros, y que, como muchos españoles, considera que son un animal maltratado. No pienso en esto ni un poco. Lo que haya estado en una plaza lo ha hecho realidad. Sin embargo, algo tiene la tradición (la sangre, el atavismo, el rito) que está de moda.

Mi primer recuerdo de los toros es cuando no tenía que ir a los niños en El Castañar (Béjar) porque era violento, pero teníamos que ir a los toros, y corríamos a seguir la sangre, la acícula, el agua y árbol . Tenía un extraño atractivo ancestral. No sé si la mayoría de los españoles están a favor o en contra del toreo. La mayoría de los españoles, me temo, piensa lo que dice el orador del día. Nadie va a ver los toros del plebiscito, y menos Urtasun, que le cuenta poco de sufragios y mucho de “porque yo lo digo”.

Los toros se han ido retirando poco a poco de la conversación pública, aunque se mantengan Tendido Cero en La 2, en la mayoría de televisiones autonómicas (corridas de toros, corridas y fiestas de inquietante brutalidad) y en la baja demanda de vídeo, por no hablar de la radio. Los toros, como el boxeo, han sido desplazados por el gusto popular en favor del fútbol, ​​en el que la sangre, cuando corre, la provoca entre los espectadores. En el siglo XX, el mundo de la cultura estaba arraigado en los toros (con Sabina y Almodóvar a la cabeza e incursiones como Madonna con el torero Emilio Muñoz para ellos). videoclips Delaware Hacer una reverencia) y en algún momento esto cambia.

El movimiento animalista (formado por gente, por el general, muy intolerante) no ha tendido a ser tanto como nos gustaría. Tienes más que ver con los cambios propios de la vida, que son cada vez más rápidos y útiles. El toreo, si no hay nada, no sirve de nada. Hemos cambiado el sacrificio del toro por la inmolación pública de personajes humanos. Sí, al final tenemos una vena que necesita descargar sus impulsos violentos, eso sí, a través de cristianos, brujas, locos, toros, futbolistas o personajes grotescos (hace no tanto, además, eran handicappati). Lo que cambia es la estética. Sabemos lo que somos y esto no es algo que vaya a cambiar a ningún ministro.

Puedes seguir EL PAÍS Televisión en X o regístrate aquí para recibir nuestro boletín semanal.

Regístrate para seguir leyendo

lee sin limites

_