No parece que hayan sido cartas de amor, como las que dice el expresidente de Estados Unidois Donald Trump que se intercambió con Kim Jong-un durante su mandato. Pero las que el presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder norcoreano se han escrito recientemente, según Washington, sí parecen haber dado un resultado similar: una reunión bilateral. Fuentes del Gobierno de EE UU aseguran que el Brillante Camarada viajará a Rusia para reunirse con el inquilino del Kremlin y abordar la venta de armamento para la guerra en Ucrania.

De confirmarse, algo que no han hecho aún ni el Kremlin ni la agencia de noticias norcoreana —que actúa como portavoz de facto de Kim—, la visita del líder norcoreano sería su primera salida al extranjero desde el comienzo de la pandemia, cuando Corea del Norte cerró a cal y canto sus fronteras hace más de tres años. Y señalaría un estrechamiento de las relaciones entre Moscú y Pyongyang.

Es un acercamiento que preocupa en Washington. Por un lado, la venta de armas norcoreanas abriría a Rusia la posibilidad de nuevos suministros en el extranjero, alternativos a los que EE UU ya cree que recibe de Irán, y daría un nuevo aliento a Moscú en momentos en los que Estados Unidos percibe un nuevo ímpetu en la contraofensiva de Ucrania para recuperar territorio tomado por Rusia. A cambio, Corea del Norte podría recibir tecnología militar rusa. Por otro lado, la renovada amistad entre ambos supondría un contrapeso a la asociación trilateral que EE UU reforzó en agosto con Corea del Sur y Japón.

El consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, puntualizó este martes en una rueda de prensa que hasta el momento no se ha detectado un flujo significativo de armamento norcoreano hacia Rusia. Y ha recordado que cualquier tipo de movimiento en este sentido violaría las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Estados Unidos “seguirá buscando oportunidades para disuadir a Corea del Norte” para que no venda armas al país vecino, ha subrayado el alto cargo. Pero también ha lanzado una dura advertencia a Pyongyang.

“Proporcionar armas a Rusia para su uso en combate para atacar almacenes de grano y la infraestructura de calefacción de grandes ciudades cuando se acerca el invierno, para tratar de conquistar territorio que pertenece a otra nación soberana, no va a causar una buena impresión sobre Corea del Norte, y pagará el precio por ello ante la comunidad internacional”, advertía el consejero.

La reunión entre Putin y Kim, según adelantó el lunes The New York Times, se celebrará durante la cumbre del Foro Económico Oriental que tendrá lugar en Vladivostok, en el este ruso, entre el 10 y el 13 de septiembre. Este encuentro podría implicar que Kim no estuviera en su país para la conmemoración del día nacional, el 9 de septiembre. El dirigente norcoreano se trasladaría a Rusia en tren blindado, su método preferido para viajar al extranjero. Ya usó el tren en 2019 para su primera y única reunión en persona con Putin, también en esa ciudad oriental.

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La Casa Blanca había alertado la semana pasada que Rusia y Corea del Norte se encontraban en conversaciones para que Pyongyang suministrara munición y otros materiales militares al país vecino. Esas conversaciones —aseguraba el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby— ya habían avanzado en las últimas semanas. Hasta el punto de llegar al nivel de jefes de Estado: Putin y Kim intercambiaron misivas en las que acordaron reforzar la cooperación bilateral.

Visita de Shoigú a Pyongyiang

El momento clave, a juicio del Gobierno estadounidense, se produjo con la visita del ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, a Pyongyang en julio. En esa visita, el propio Kim Jong-un acompañó al responsable de las fuerzas militares rusas en una visita a una feria militar. Shoigú invitó al líder supremo norcoreano a visitar su país y, según Kirby, “trató de convencer a Pyongyang para que vendiera munición a Rusia”. “Nuestra información indica que tras ese viaje otros funcionarios rusos fueron a Corea del Norte en una visita de seguimiento sobre posibles acuerdos de ventas de armas a Rusia”, señalaba el portavoz.

“En esos acuerdos potenciales, Rusia recibiría cantidades significativas y múltiples tipos de munición de Corea del Norte, que las fuerzas rusas planean utilizar en Ucrania. Esos acuerdos potenciales también podrían incluir la provisión de materias primas que podrían ayudar a la industria militar rusa” en la fabricación de equipos y armamento, agregó Kirby.

Otra portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Adrienne Watson, ha insistido en un comunicado en que las “negociaciones de armamento entre Rusia y la República Democrática Popular de Corea (el nombre oficial de Corea del Norte) están avanzando” y Estados Unidos cuenta con “información que indica que Kim Jong-un espera que esas conversaciones continúen, para incluir interacciones diplomáticas en Rusia a nivel de líderes”.

No es la primera vez que Washington acusa a Corea del Norte de plantearse suministrar munición a Moscú. Ya lo hizo este invierno, aunque nunca se han detectado pruebas de que esos supuestos planes del régimen de Kim llegaran a materializarse. De hecho, el Gobierno estadounidense considera que sus advertencias sirvieron para disuadir a Pyongyang, al menos temporalmente. Y recuerda a Pyongyang que cualquier suministro de armamento a Rusia representaría una “violación directa” de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

Tras el distanciamiento entre las dos capitales tras la caída de la Unión Soviética y el fin de la asistencia que Moscú aportaba a su vecino, el régimen de Kim se ha acercado a Moscú progresivamente en los últimos años. Pyongyang apoya la invasión rusa de Ucrania y ha dado su aprobación a las anexiones ilegales por parte de Rusia de las provincias de la región oriental de Donbás.

En parte, esta renovada amistad se basa en una afinidad genuina con el modo de hacer de Putin. Y en parte es el resultado de un cálculo pragmático. Corea del Norte busca evitar una dependencia excesiva de China, su gigantesco vecino y principal socio, y mira con alarma la renovada sintonía en el triángulo Washington-Seúl-Tokio.

Las conversaciones sobre armamento no necesariamente llevarán a una colaboración militar entre Moscú y Pyongyang, apuntan algunos expertos. Es cierto que uno de los grandes objetivos de Kim es desarrollar su industria militar para mantenerla como elemento disuasorio contra un posible ataque estadounidense, tras haber conseguido fabricar ojivas nucleares. En los últimos tres años ha dado pasos para el desarrollo de cohetes hipersónicos y misiles nucleares mar-tierra, y podría beneficiarse de una colaboración con Rusia que le aportara conocimiento tecnológico. Pero sus recursos son limitados y, aunque ha conseguido desarrollar cierta tecnología puntera —sus últimos desfiles militares han hecho alarde de sus misiles intercontinentales— no puede fabricar en grandes cantidades.

“[Corea del Norte] tiene tecnología relativamente puntera, es cierto. Pero lo más probable es que produzcan ese tipo de armamento en cantidades pequeñas, y la calidad de ese armamento puntero será, previsiblemente, inferior a la rusa”, apunta el profesor de la Universidad Kookmin Andrei Lankov a la página web NK News, especializada en información sobre Corea del Norte.

Pero en el juego de espejos y espejismos que es con frecuencia la política exterior norcoreana, la simple percepción en Washington (o en Corea del Sur, o en Japón) de que se intensifica la colaboración entre Rusia y Corea del Norte ya representa un beneficio para Pyongyang y sus aspiraciones de disuasión.

“Corea del Norte ha apoyado explícitamente a Rusia y ha reforzado sus vínculos con ese país. Bajo esas circunstancias, las posibilidades de que el Norte y Rusia cooperen en un pacto de armamento se están haciendo cada vez mayores”, ha apuntado una fuente del Gobierno de Corea del Sur a la agencia de noticias Yonhap. Este responsable ka lanzado un llamamiento a Pyongyang para mantener sus contactos con Moscú dentro de los límites de lo que autorizan las resoluciones de la ONU y la legalidad internacional: “La cooperación entre Corea del Norte y un país vecino debe conducirse, en todas sus formas, en una dirección que no perjudique la paz y el orden internacional”.

En Moscú, el Kremlin se limita a indicar que no puede confirmar y que no tiene nada que decir sobre la posible reunión. Pero el lunes, Shoigú recordaba que los dos países abordan la posibilidad de unas maniobras militares conjuntas: “Hablamos de este tema con todo el mundo, incluida Corea del Norte. ¿Por qué no? Son nuestros vecinos”.

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